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junio 20, 2012

Enseñanzas del Camino de Santiago


La semana pasada tuve la oportunidad de peregrinar, esta vez no metafóricamente, sino realmente en un trecho del Camino de Santiago por la vía portuguesa (Galicia), junto a un excelente grupo de jóvenes estudiantes muy comprometido y animado de la U. Comillas.

El camino de Santiago tiene un milenio de historia en la que millones de peregrinos han dejado sus huellas. Algunos los trechos del camino se confunden con nuestra modernidad (carreteras asfaltadas y puentes de concreto), otros sectores se insertan en la naturaleza con una vegetación  maravillosa, y otros trechos pasan por caminos que hace siglos eran nada menos que ¡las vías del imperio romano!

Continuamos caminando luego de salir
del albergue por la mañana.
Actualmente no podemos vivir sin internet, teléfonos móviles, medios de transporte veloces (automóvil, avión y tren). Estas facilidades de la vida moderna, algunas de las cuales tienen menos de un siglo de vigencia, hacen que no  dimensionemos cómo vivió la humanidad en siglos  pasados. El caminar de una ciudad a otra era un hecho común, y en esos tiempos, el medio de transporte más veloz ¡era el caballo!

El peregrinar y recorrer muchos kilómetros a pie puede parecer exótico para alguien acostumbrado a las facilidades de la vida contemporánea. Con todo, la experiencia humana del peregrinar y de la búsqueda sigue intacta. Después de todo, el peregrinar en el Camino de Santiago no es solo caminar, es también un camino de aprendizaje que también puede ser aplicado a la vida. Aquí comparto las diez enseñanzas que me ha brindado el camino de Santiago: 

1. Actitud. Es diferente caminar con una mirada de turista que caminar como un peregrino. No es lo mismo caminar desde la indiferencia, que caminar abierto a la fe, esperanza y con sentido de búsqueda.  

2. Planificación y flexibilidad. El camino de Santiago es una experiencia que no se puede improvisar. En nuestro grupo, gracias al excelente equipo coordinador (Fernando, Carmen y Javier) sabíamos desde dónde partiríamos, cuántos kilómetros haríamos por día (más o menos unos 20 km al día), en qué localidades nos quedaríamos para descansar y encontrar albergue, alimentación, etc. Esto implicaba también tener claro los momentos para acostarse y levantarse para poder continuar con el camino. 
Con todo, la planificación no puede ser una camisa de fuerza, tiene que ser abierta a las sorpresas, muchas veces maravillosas, del camino. Por ejemplo, en una ocasión, una familia amiga de Javier generosamente nos regaló unas empanadas que fueron nuestra cena. Dicho gesto al ser gratuito y no estar planificado, hizo que aquello que se había comprado para la cena teníamos que cargarlo en nuestro equipaje y llevarlo en el camino al día siguiente (¡incluyendo unos pollos que pesaban como piedras!). 

Equipaje para que no me pese... y para
¡no pagar  tarifa extra en la aerolínea Ryanair!
3. Ligero de Equipaje [1]. El equipaje es muy importante para la caminada. Con todo, en un afán de tener todo claro, planificado, corremos el riesgo de llevar un pesado fardo a nuestras espaldas. Es necesario diferenciar entre lo imprescindible y lo accesorio. También podemos considerar aquello en lo cual podemos apoyarnos en otros. En mi caso, tuve que hacer una decisión nada fácil ya me encantan las fotos pero consideré que era mejor ¡no llevar cámara!. Al tener una cámara aparatosa, iba a representar  un estorbo y preocupación. Por suerte, como íbamos en grupo, siempre hay alguien que lleva cámara y encontré ¡un ángel moderno que llevaba una cámara y no se perdía una ocasión para disparar! ☺ ¡gracias amigo Ángel! [2]

4. Junto a otros. El caminar junto a otros hace que el camino sea menos pesado. En ocasiones esa persona que camina junto a nosotros es nuestro compañero(a) o nuestro amigo(a). En otras ocasiones, puede que no conozcamos a la persona, pero el camino nos acerca. En uno de los albergues nos encontramos con Don Jesús, quien ya se había hecho unas ocho veces el camino de Santiago. A pesar de sus más de 70 años, estaba haciendo ¡su noveno recorrido! Su sueño era abrazar una vez más al "señor Santiago" (así le dicen al apóstol).

5. Caminar por objetivos. Como dice una canción mexicana: ...no hay que llegar primero sino hay que saber llegar…[3] En el caminar siempre hay alguien que está al frente, en medio o en el último lugar. En el grupo a veces yo me encontraba en el primer lugar, otras veces en el medio, y otras en el último lugar. Lo importante es caminar. Cuando estuve delante, pude compartir con Rodrigo, un joven estudiante que le gusta el maratonismo y me compartió que en sus carreras suele ponerse objetivos, va poniendo submetas en sus recorridos, de tal manera que sabe cuántos kilómetros por tiempo realizará dependiendo si se trata un recorrido de 10 km, 14 km o de 42 km.  Es decir, el saber llegar implica trazarse metas, caminar por objetivos. 

6. Caminar con alegría. Hay una gran diferencia entre caminar con una cara larga o con alegría. Evidentemente el cansancio, la sed y el hambre se reflejarán en nuestro rostro. Pero al mirar en el camino las maravillas de la naturaleza, al charlar con un compañero de camino, al compartir las peripecias en los albergues, no podemos más que ¡estar alegres y agradecidos!

7. Ritmo personal. Para caminar hay conocer los propios ritmos, conocer nuestros límites y posibilidades. El intentar llevar el ritmo de otra persona puede llevar a subreesfuerzos y lesiones innecesarias. 

8. Disfrutar del paisaje. En el caminar se puede estar tan preocupado por las piedras del camino, que no nos permitimos contemplar el paisaje, observar las flores, disfrutar de la contemplación del amanecer. 

9. Saber pedir ayuda. Hay ocasiones en las que el camino se vuelve más pesado. Hay momentos en los que estamos sedientos, y se nos ha acabado nuestras reservas de agua. O tenemos energía baja, por lo cual quisiéramos que alguien nos regale un dulce, un chocolate que nos devuelva la energía. Es necesario saber pedir ayuda y sobre todo, dejarse ayudar.

10. Perderse y encontrar el camino. En el caminar a veces nos encontramos con bifurcaciones o señales confusas. En el camino de Santiago, el símbolo por excelencia es la conchaque dependiendo donde esté la dirección de las estrías o surcos, sabremos hacia dónde debemos seguir. A veces dicha orientación se encuentra cubierta por vegetación o se contradice con otras flechas pintadas. En todo caso, perderse no es un problema ya que forma parte del caminar. Lo importante es retomar el camino.

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[1] Frase tomada del título del libro de Carlos G. Vallés: “Ligero de equipaje. Tony de Mello: un profeta para nuestro tiempo” (Editorial Sal Terrae).
[2] Agradezco a Ángel Ruiz Kontara por autorizarme a poner sus fotos en este post.
[3] Canción “El Rey” del cantante y actor Vicente Fernández.

1 comentario:

  1. Peregrino me encanta que nos compartas esta experiencia, me imagino lo enriquecedora que debe ser, solamente el retiro de un día o de un fin de semana como nos renueva; una experiencia así: que te saca del ruido, del trajín y la locura de nuestros tiempos para llevarte dentro de tus pensamientos, para enfrentarte con las preguntas que a veces queremos esquivar en el día a día no es nada pequeña, y si bien este es un caminar en el que disfrutas de la naturaleza, de la historia, de la tradición es sobre todo una oportunidad para afinar nuestra búsqueda y encuentro, solo puedo decir que espero algún día también tener esta oportunidad de peregrinar a la Tumba del Apóstol…y si físicamente no llego a hacerlo con el auxilio de la Gracia espero siempre hacer mis pequeños caminos del “Hombre viejo” al “Hombre Nuevo”.

    Y las 10 enseñanzas que te ha dejado el Camino a Santiago sin duda es un decálogo maravilloso, de hecho pienso imprimirlo, si me lo permites, y tenerlo a mano para refrescar de vez en cuando mi caminar por la vida; y que esta peregrinación que has compartido con otros sea símbolo del compartir, acompañar y guiar al que tu vocación sacerdotal te llame cada día, porque como dicen: después de Santiago es cuando comienza la verdadera peregrinación.

    Un abrazo a través de la distancia. Silvia

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