Hace algunos años me encontraba ojeando una revista anual que suele publicar el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR). En esta publicación se encontraban impactantes fotografías de personas que tuvieron que dejar su tierra por motivos de guerra o violencia en sus propios países. Lo que me llamó la atención es que no se trataba de imágenes con poses calculadas o para la “foto”, sino que eran imágenes que mostraban a las personas y sus circunstancias de una manera sencilla, natural y humana.
Nunca me imaginé que el año pasado conocería a Don Doll, el autor de las fotografías. Este jesuita nació en Estados Unidos en la ciudad de Milwawkee, tierra del queso y la cerveza. Don Doll actualmente vive en Omaha, capital del Estado de Nebraska. Este sacerdote por muchos años ha ido en búsqueda de los rostros de la vida, la identidad, la alegría, pero también ha sido testigo del sufrimiento del mundo contemporáneo por causa de las guerras o conflictos internos de algunos países. Con su lente ha perennizado rostros en distintos países de América Latina, Asia y África. Por otra parte, ha logrado mostrar a Estados Unidos y al mundo, el rostro de los “Native American”, especialmente los indios Lakota.
Lejos de lo que pueda creerse, Don Doll es una persona sencilla. Su edad, que ya llega a los setenta años, se disimula muy bien tras su caminar ágil. En su rostro se refleja la alegría de poder compartir con los demás. Por otra parte, es muy buen conversador y también buen oyente, ya que siempre tuvo la paciencia para escucharme en mi “inglés-latinoamericano”. En todo caso, se trata de alguien que conoce los caminos humanos que frecuentemente están llenos de paradojas y contradicciones… Tras la lente de su cámara reconoce en cada persona la imagen de Dios.
FOTO: Don Doll, sj con su inseparable cámara Leica.
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Nunca me imaginé que el año pasado conocería a Don Doll, el autor de las fotografías. Este jesuita nació en Estados Unidos en la ciudad de Milwawkee, tierra del queso y la cerveza. Don Doll actualmente vive en Omaha, capital del Estado de Nebraska. Este sacerdote por muchos años ha ido en búsqueda de los rostros de la vida, la identidad, la alegría, pero también ha sido testigo del sufrimiento del mundo contemporáneo por causa de las guerras o conflictos internos de algunos países. Con su lente ha perennizado rostros en distintos países de América Latina, Asia y África. Por otra parte, ha logrado mostrar a Estados Unidos y al mundo, el rostro de los “Native American”, especialmente los indios Lakota.
Lejos de lo que pueda creerse, Don Doll es una persona sencilla. Su edad, que ya llega a los setenta años, se disimula muy bien tras su caminar ágil. En su rostro se refleja la alegría de poder compartir con los demás. Por otra parte, es muy buen conversador y también buen oyente, ya que siempre tuvo la paciencia para escucharme en mi “inglés-latinoamericano”. En todo caso, se trata de alguien que conoce los caminos humanos que frecuentemente están llenos de paradojas y contradicciones… Tras la lente de su cámara reconoce en cada persona la imagen de Dios.
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FOTO: Don Doll, sj con su inseparable cámara Leica.
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Muy interesante el perfi de esta persona que en la sencillez de su vida busca la imagen de Dios a traves de su cámara de fotos.
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