En nuestra sociedad estamos acostumbrados a anteponer el título a un nombre como signo de ¿respeto? o quizás más bien como un signo de hacer notar que no somos un don nadie… sino que realmente nos hemos “quemado” las pestañas… y por eso merecemos que todos nos recuerden continuamente nuestro título. Como dice aquel diálogo entre Lucas y Chaparrón, personajes de Chespirito:
- Oye Lucas
- Dígame Licenciado…
- Licenciado
- ¡Gracias, muchas gracias!
En otras épocas, el “honor” se conservaba al perpetuar el apellido y el patrimonio familiar; por eso hasta nuestros días algunas familias conservan el “escudo familiar” que es el testimonio de lo que la ascendencia familiar representó en otro momento. Por fortuna esos tiempos pasaron…
La educación brindó mayores oportunidades y el ser alguien “estudiado” representa un valor a los ojos de las demás personas. Pero en ciertos contextos se da mucha importancia al título y se pierde la cercanía propia que nos brinda el escuchar nuestro nombre sin adornos. Para algunas personas, ser nombradas por su título les da una sensación de seguridad, de valía. Sin embargo, la verdadera seguridad debería darse por aquello que construimos diariamente: seguridad en la atención que brindamos a nuestra familia, seguridad en el trabajo honrado, seguridad en la amistad y amor sinceros. Después de todo, cuando partamos de este mundo no seremos recordados por nuestros títulos…, sino por la atención, acogida y amor que brindamos a los demás.
Muy interesante es bueno saber que aún hay personas que que piensan en que nadie es mas que otro por como la vida le ha dado ventajas como es la educación, desde mi punto de vista existe mucho más que la educación, el apellido y la posición económica, esos detalles que hacen que una persona se merezca el aprecio y el respeto del resto empezando por el mismo respeto que esta nos ofrece, este es la base de una buena amistad, de la union familiar y del funcionamiento de cualquier sociedad.
ResponderEliminarinteresante, y muy cierto , mal acostumbrados nosotros que los llamamos así y poco humildes los que exigen que los llamemos así.
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